1 abr 2007

El miedo en el Perú. Siglos XVI al XX,

CLAUDIA ROSAS LAURO

(editora). El miedo en el Perú. Siglos XVI al XX, Pontificia Universidad Católica del Perú Fondo Editorial- Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos, Lima, 2005.


“¿Por qué ese silencio prolongado sobre el papel del miedo en la historia? Sin duda a causa de una confusión mental ampliamente difundida entre miedo y cobardía, valor y temeridad. Por auténtica hipocresía, lo mismo el discurso escrito que la lengua hablada –ésta influida por aquél- han tendido durante mucho tiempo a camuflar las reacciones naturales que acompañan a la toma de conciencia de un peligro tras la apariencia de actitudes ruidosamente heroicas”


Jean Delumeau. El miedo en Occidente

Hace ya varios años, el historiador Jean Delumeau destacó la omnipresencia del miedo en la sociedad occidental y la poca atención que se le había prestado en el discurso histórico. El silencio sobre el miedo lo atribuye el autor, a que se equiparaba temor con cobardía[1]. Esta reflexión se apoya en que la historia llamada tradicional o positivista, hasta las primeras décadas del siglo pasado, se había ocupado tradicionalmente de los hombres valientes y las gestas heroicas de los pueblos; entonces, en un discurso histórico como éste no había espacio para ocuparse de los temores que aquejaban a los individuos y las colectividades, más aún si estos miedos eran sinónimo de pusilanimidad o cobardía


Sin embargo, la inicialmente escasa y luego muy rica reflexión sobre temas como éste, se debió a importantes cambios en los campos de la historia y la psicología[2], así como a la demanda de la sociedad por explicar ciertos fenómenos sociales. En efecto, un importante cambio historiográfico se inició hacia 1920 con la Nueva Historia y los historiadores franceses Marc Bloch y Lucien Febvre, quienes en sus investigaciones se interesaron por la comprensión de ciertos elementos psicológicos de carácter colectivo[3] y reflexionaron sobre el temor y el deseo de seguridad desde el punto de vista histórico[4]. Al mismo tiempo, desde el campo de la psicología, los trabajos de Sigmund Freud y luego de algunos de sus discípulos, se acercaron a la historia en busca de explicaciones sobre los orígenes de algunas condicionantes y fijaciones en la mente humana. A partir de la década de 1960 surgieron nuevos temas y se dio la apertura de nuevos campos de interés que vinculaban aún más la historia y la psicología, tales como la Psicohistoria, la Historia de lo Imaginario o la Historia de las Mentalidades[5]. Como señala Peter Burke, se dio un proceso de atomización y fragmentación de la historia en diferentes campos de estudio[6], al mismo tiempo que una democratización de la misma al emerger como protagonistas de la historia sujetos antes olvidados como las mujeres, los niños, los pobres o los locos. Siguiendo los derroteros de esta evolución, el interés por el miedo como objeto de estudio poco a poco ganó un espacio y en este contexto historiográfico se enmarcan las obras del historiador del miedo, Jean Delumeau[7], cuyo libro La peur en Occident constituye el primer intento de sistematización del estudio del miedo en la historia[8]. Sin embargo, la historia del miedo más que ser un campo específico de estudio, es una perspectiva de análisis[9] y un tema cuya reflexión, más recientemente, se ha visto favorecida por la percepción de haber iniciado una etapa de terrorismo globalizado y un estado de vigilia permanente a partir del atentado de las Torres Gemelas en setiembre de 2001, con todas las consecuencias que ello ha acarreado a nivel mundial.


La reflexión sobre esta temática es, indudablemente, importante porque el miedo es uno de los elementos que acompaña al hombre en su recorrido histórico y con el que el ser humano entabla un diálogo permanente. Si bien la historiografía peruana se ha ocupado tangencial o indirectamente del tema, no ha abordado el miedo como elemento integrador en el análisis histórico. Ante la ausencia de una reflexión global sobre esta problemática en el contexto peruano, surge la presente publicación que tiene su origen en la mesa titulada El miedo en la historia del Perú realizada en el marco de la Conferencia Internacional Al fin de la batalla, evento organizada por el Seminario de Estudios Interdisciplinarios Andinos (SIDEA) que se llevó a cabo en Lima entre los días 15 y 18 de noviembre del 2001. El tema del encuentro giraba en torno de la violencia y el conflicto, aspectos que están íntimamente vinculados con el miedo y sus múltiples manifestaciones. A partir de esta reflexión, junto con el historiador Luis Millones, se planteó la realización de una mesa, dedicada al análisis del fenómeno del miedo en el contexto peruano enfocado desde diferentes perspectivas de estudio. En este sentido, la publicación ―que recoge gran parte de las ponencias presentadas en esa ocasión, además de otras colaboraciones incluidas posteriormente―, constituye un primer intento de aproximación al tema del miedo en nuestro contexto, que no nace de una moda intelectual sino de la necesidad de identificar nuevos elementos que promuevan una mejor comprensión de las causas y efectos de los conflictos y la violencia en nuestra historia.


A través de los artículos presentados, haremos un recorrido histórico de diferentes miedos que, ordenados de acuerdo con una secuencia cronológica, van desde el mundo colonial hasta el presente y son enfocados desde una perspectiva multidisciplinaria que abarca no solo la disciplina histórica, sino también la psicología, la sociología, la filosofía, entre otras. Cada autor, entonces, ha analizado el miedo a partir de su campo de investigación y premunido con los instrumentos de análisis propios de su especialidad. Al inicio se ofrece, a partir del artículo del historiador Fernando Rosas Moscoso, los lineamientos generales para el estudio del miedo en la historia. Así, el libro comienza con una reflexión teórica sobre el tratamiento del miedo desde el punto de vista histórico, a partir de la cual el autor establece una serie de variables para el análisis del miedo y una tipología del mismo en la que se recogen los más relevantes miedos colectivos. De esta manera, se establece una relación de diferentes manifestaciones concretas del temor ligadas con la subversión del orden sea natural, sociopolítico, espiritual, entre otros, que incluyen también temores de reciente aparición en la historia. Esta tipología de los miedos en su perspectiva histórica permite visualizar las posibles líneas de investigación y, a la vez, establecer relaciones entre las más diversas expresiones del miedo en la historia.


Luego de la reflexión teórica, se encuentra un grupo de trabajos (Flores, Salas y Lavallé) centrados principalmente en los siglos XVI y XVII, proyectándose algunos de ellos hacia el XVIII. Por una parte, el artículo de Ramiro Flores aborda la amenaza del ataque pirata, en un arco temporal de más de 150 años, desde la perspectiva del otro para analizar cómo los prejuicios frente a los “enemigos extranjeros” fueron impregnando la mentalidad colonial. En efecto, a través de un estudio casuístico, Flores ve cómo el asedio de piratas y corsarios no solo provocó grandes pérdidas materiales; sino que, sobre todo, sembró el temor al extranjero en la mentalidad colectiva. El miedo a los piratas encerraba por tanto, no solo el temor a la violencia, sino a la contaminación foránea con su germen de maldad y herejía. El autor, a la vez que enfoca la esfera mental colectiva, introduce la variable social para medir las reacciones de los diferentes estratos sociales ante la amenaza pirata. Así, mientras los grupos subalternos vieron en una invasión pirática la posibilidad de redención, hubo grupos de poder que instrumentalizaron el miedo a los piratas para conseguir beneficios económicos concretos. Por otro lado, Miriam Salas desarrolla un caso de excomunión en la ciudad de Huamanga del siglo XVII para comprender lo que esta significó para los hombres de aquel tiempo y las consecuencias económicas y políticas de la misma. Así, la excomunión expedida en 1680, dentro de una coyuntura de auge de los obrajes del Sur andino, permite un acercamiento a la sociedad que la produjo y a la historia de la ciudad de Huamanga desde sus orígenes. La autora presenta el entramado de relaciones de la familia Oré, siendo relevante su vinculación con la Iglesia a través de la fundación del convento de Santa Clara. El análisis privilegia el estudio de los aspectos sociales y económicos de la región ―a la cual la autora ha dedicado muchos años de investigación― que giran en torno de la excomunión como mecanismo de presión para resolver los conflictos y litigios, en este caso en favor de la autoridad religiosa.


El historiador Bernard Lavallé aborda un aspecto poco tratado y escasamente documentado, el de las relaciones entre padres e hijos a fines del siglo XVII a través del análisis de una consistente cantidad de alegatos para la nulidad de profesión. En la Lima colonial, los frailes recurrieron a menudo a la posibilidad que les ofrecía el derecho canónico de solicitar la anulación de sus votos. El principal motivo de haber ingresado a los claustros de manera involuntaria que esgrimían los demandantes se debía a problemas familiares de varios tipos, principalmente a la presión de los padres quienes recurrían hasta a las amenazas de muerte o el exilio a Chile. La violencia psicológica era, la más de las veces, el preludio del maltrato físico. El convento se convertía, entonces, en el refugio seguro frente a una serie de peligros y temores mostrados por Lavallé mediante la casuística. Tal como señala el autor, “el miedo es uno de los protagonistas más constantes en esas historias de vida”, en las que se puede distinguir dos tipos: el “miedo reverencial” prodigado hacia los padres, que ―aceptado socialmente― tenía el status de concepto jurídico, y el “justo miedo”, que nacía de la violencia de los padres y, por consiguiente, invalidaba las decisiones de los hijos. A través de un considerable acervo documental, el autor observa las relaciones padres/hijos de la época signadas por el autoritarismo, la conflictividad y los temores.


Otro conjunto está constituido por los trabajos (Sánchez, O’Phelan y Rosas Lauro) dedicados al siglo XVIII. Por una parte, el trabajo de Susy Sánchez analiza los temores desencadenados por el terremoto de 1746 para ver cómo la ciudad de Lima fue modelada por el miedo, componente importante en la configuración de la vida urbana limeña. En principio, la autora explica la dinámica del miedo en una coyuntura sui generis que vivió la Ciudad de los Reyes, entre 1746-1750, cuando se registraron una serie de miedos conjugados (al mar, el fuego, la peste, la plebe) que tenían su origen en el terremoto de 1746. Así, Sánchez observa cómo esta coyuntura alcanzó su clímax, cuando a mediados de 1750 se descubrió una conspiración planeada por la élite indígena mestiza en la capital, que tuvo un papel gravitante en la reconstrucción de la ciudad de Lima, llegando a tener un peso más significativo que el terremoto en sí. Al mismo tiempo, aborda las repercusiones en el ámbito religioso, urbano y cultural.


Por otro lado, Scarlett O’Phelan analiza el miedo al indio y a la plebe que desencadenaron las rebeliones anticoloniales durante el siglo XVIII, sobre las cuales ha trabajado extensamente la autora. Para ello, empieza por definir el concepto de plebe surgido del amplio mestizaje entre españoles, indios y negros que llevó a la aparición de las castas, que fueron posteriormente englobadas, junto con los indios, bajo el concepto de plebe. Asimismo, la autora estudia el discurso sobre la plebe, a la que se le achacaban todo tipo de defectos: vagabundos, proclives al hurto, de conducta disipada y poco temor a la autoridad. O´Phelan demuestra como las rebeliones que estallaron durante el siglo XVIII contribuyeron a forjar la construcción del miedo a la plebe, y en dicho proceso jugaron un papel relevante varios elementos que son analizados con profundidad: el rumor, la sobredimensión de los acontecimientos a través de los pasquines, el ataque a los símbolos de poder y a las propias autoridades coloniales y los efectos visuales para atemorizar al enemigo. Según la autora, la conjugación de estos factores creó una incertidumbre e inseguridad en las autoridades coloniales que llegó a desembocar en un verdadero miedo colectivo que se prolongará durante el período republicano. Finalmente, Claudia Rosas Lauro estudia los miedos desencadenados por la Revolución Francesa en el Perú en la década de 1790 a partir del análisis de los procesos informativos y la representación de la revolución. El trabajo estudia cómo la Revolución Francesa alimentó el temor que ya existía en el gobierno y la élite colonial a una revolución del pueblo, y la reactivación de ese miedo prístino a la subversión generó un abanico de comportamientos y actitudes, cuyo análisis es relevante no solo para la comprensión del rol de los grupos de poder en la sociedad colonial de fines del siglo XVIII, sino también durante el proceso de independencia.


Luego, tenemos dos artículos (Mazzeo y Mera) que se encargan de estudiar los miedos desencadenados durante el proceso de Independencia con diferente enfoque y material documental de distinta naturaleza, por lo que se complementan. Por una parte, Cristina Mazzeo aborda el tema recurriendo al estudio de la correspondencia legada por la familia Lavalle y apoyándose en una serie de instrumentos teóricos de la psicología tales como la persuasión y la sugestión, el rol de la imitación y del rumor, el triunfalismo y la deserción; todos ellos presentes en los acontecimientos, sobretodo militares, ocurridos entre 1816 y 1824. El valor de la aproximación al tema está justamente en el intento de tender puentes entre ambas disciplinas, la historia y la psicología. Por otro lado, Arnaldo Mera estudia una coyuntura muy precisa, el momento de la ocupación de Lima por las tropas patriotas en 1821, explotando sobretodo una información archivística enriquecedora, el Juzgado de Secuestros, y pasando revista a información periodística así como aquella producida por viajeros. A partir de ella, analiza el abanico de temores asociados con la ocupación de Lima por el Ejército Libertador, midiendo las reacciones sobretodo de las autoridades y la elite limeña.


Como suerte de puente entre los temores producidos durante la Independencia y los de carácter político del siglo XX, está el artículo de José Ragas, que abarca el período que va de 1810 a 1930, ocupándose de un aspecto que no ha merecido la atención de los especialistas: los procesos electorales. Una de las ideas principales es que la violencia en medio de la cual se desarrollaron las elecciones fue parte consustancial del proceso mismo. En este sentido, el miedo jugaba un papel importante en ellas; por lo que el autor explora su rol en la opinión pública, cómo podía ser utilizado contra otro candidato, cómo reaccionó la población ante los temores suscitados por las elecciones y a través de qué medios se buscó obtener seguridad y control para terminar con la violencia del sufragio. Otro aspecto relevante en el estudio es cómo el carácter inevitable de las elecciones por ser la principal fuente de legitimidad, dejó como única medida las reformas electorales destinadas a discutir el número de ciudadanos que participarían de ellas. Ragas plantea que, a diferencia de lo que se piensa, la ciudadanía no se conquistó de manera progresiva sino todo lo contrario: de un amplio margen otorgado por las Cortes de Cádiz, se fue cerrando el camino de la participación, aunque con intermitencias y repliegues.


Otro par de artículos (Klaiber y Castro), trata con énfasis los temores políticos colectivos en el Perú del siglo XX, a los que se suma otro (Leigh) de carácter más individual y psicológico que, a su vez, se relaciona con una de las pasiones colectivas nacionales, el fútbol. En el primero de ellos, Jeffrey Klaiber plantea que el miedo al APRA ha sido uno de los miedos políticos más grandes en la historia moderna del Perú. Desde la aparición de este partido en 1930, los peruanos se han dividido en bandos apasionados: o a favor o en contra del APRA. Según el autor, esto se debe al hecho de que el APRA no se presentó meramente como un partido político moderno, sino también como un movimiento casi mesiánico, con elementos fascistas, comunistas, nacionalistas y religiosos, además de sus planteamientos puramente políticos y sociales. A ello se agrega que, durante los años de persecución, los apristas forjaron vínculos fuertes de unión y de solidaridad entre ellos que, en muchos casos, fomentaban un sectarismo interno. Frente a estos hechos, Klaiber concluye que los peruanos no apristas, movidos tanto por razones legítimas como por miedos irracionales, cerraron filas para que el APRA nunca llegara al poder, al menos hasta la época de Alan García.


Por su parte, Denise Leigh mediante una serie de entrevistas, que son parte de un trabajo de investigación más amplio, estudia los temores de dos jugadores de fútbol profesional, Emilio Vargas y Rodolfo Guzmán, entre las décadas de 1950 y 1970. El hecho de que ambos sean inmigrantes permite observar el temor a la capital, la gran ciudad; al mismo tiempo que el miedo a la discriminación, tanto del público como de los propios compañeros. De esta manera, con una formación desde la psicología, Leigh estudia cómo la multitud es un elemento esencial en los temores de estos futbolistas tomando como idea central en el trabajo la adaptación a una ciudad hostil a través del fútbol, que funciona como una herramienta que les facilita esta asimilación, pues les proporciona dos caras: una como migrante rechazado y otra como futbolista aceptado.


Se concluye con una reflexión de Augusto Castro desde la filosofía, que enfoca el papel político del terror y lo relaciona con el poder. Reflexiona sobre cómo el terror ha cumplido también un papel político en la historia última del Perú, pues generar, producir, “sembrar” el terror ha sido un instrumento de la acción política tanto de grupos armados como del Estado mismo. Lo que resalta el trabajo es, justamente, el vínculo del terror con el poder, pues quien tiene el monopolio del poder ―y no solo tiene el poder el que posee la dirección de un gobierno o de un Estado― puede hacer un uso deliberado de la violencia y puede aterrorizar a la población con ella. En realidad, el autor concluye viendo cómo el terror no ha estado ausente del manejo del poder, lo cual podemos observar en nuestra historia más reciente.


Si bien el libro recoge contribuciones que provienen de diversas canteras y analizan un nutrido abanico de miedos en diferentes períodos de nuestra historia y desde diferentes perspectivas de análisis; quedarían por abordar otros enfoques como el de género por ejemplo. También se podría reflexionar sobre tantos otros temas como las instituciones de la represión, la Inquisición sería un buen ejemplo, o en un terreno más contemporáneo, el facismo, los movimientos terroristas y hasta el miedo a la verdad, si pensamos en la labor desarrollada por la Comisión de la Verdad en nuestro país. Asimismo, queda pendiente la discusión sobre la posibilidad de estudiar el miedo en el mundo andino prehispánico que nos acerca también al terreno de la arqueología y la etnohistoria. En todo caso, el libro tiene el objetivo de brindar estudios originales sobre un tema que no ha merecido la atención de los investigadores y que puedan ser tomados como punto de partida para posteriores trabajos de investigación.


Esta publicación no hubiese sido posible sin el apoyo y la confianza brindados por el Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos (SIDEA) al proyecto, por lo que agradecemos en especial a Luis Millones, Max Hernández y Moisés Lemlij. Asimismo, a Luis Bacigalupo, Presidente del Consorcio de Universidades, a Krzysztof Makowski, Jefe del Departamento de Humanidades, y a Fernando de Trazegnies, Presidente del Fondo Editorial de la Universidad Católica del Perú, que han apoyado la publicación de esta obra. También queremos agradecer a Marco Curatola, Mario Millones, Tirso Aníbal Molinari, Augusto Ruiz Zevallos y Rafael Tapia, quienes participaron en la mesa de discusión, enriqueciendo con sus aportes la reflexión sobre el tema. Finalmente, agradecemos a los autores, quienes asumieron el riesgo de abordar un tema difícil y novedoso como es el estudio del miedo en el Perú. Sin ellos, esta publicación no habría sido posible.


Claudia Rosas Lauro

Pontificia Universidad Católica del Perú


Instituto de Estudio Humanísticos-Universidad de Florencia



[1] Jean Delumeau. La peur en Occident. París: Fayard, 1978.


[2] Para ver antiguos y nuevos derroteros entre la historia y la psicología consultar Fernando Rosas. El Hombre y el Dominio de los Espacios: Mecanismos Oníricos y Temores en la Expansión Europea (Siglos XIII-XV). Cuadernos de Historia V. Lima: Universidad de Lima, 1988


[3] En la obra Los Reyes Taumaturgos. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1988 [1924], Marc Bloch investiga sobre la creencia en el poder milagroso de sanación que tenían los reyes con el fin de penetrar en la mentalidad del hombre medieval. Por su parte, Lucien Febvre analiza los orígenes de la incredulidad a través de la obra de Rabelais, en su libro El problema de la incredulidad en el siglo XVI: la religión de Rabelais. Madrid: Akal, 1993 [1942]. Ambos historiadores recurren a la psicología para ofrecer explicaciones históricas de diferentes fenómenos.


[4] Lucien Febvre. “La sensibilité et l’Histoire”, en Annales. París, 1941. Del mismo autor : “Pour l’histoire d’un sentiment: le besoin de sécurité”, en Annales. París, 1956.


[5] Véase Jacques Le Goff (coord.). La Nuova storia. Milano: Mondadori, 1980.; Philippe Ariès. “La historia de las mentalidades”, en Diccionarios del saber moderno: La Nueva Historia. Bilbao: Mensajero, 1979.; Michel Vovelle. Aproximación a la Historia de las Mentalidades Colectivas. Cuadernos de Historia XII. Lima: Universidad de Lima, 1991., y del mismo autor, Ideologías y mentalidades. Barcelona: Ariel, 1985.; Solange Alberro. “La Historia de las Mentalidades: trayectoria y perspectivas”, Historia Mexicana, Vol. XLII, Nº 2. México, 1992.


[6] Peter Burke. “Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro”, en Peter Burke (ed.). Formas de hacer historia. Madrid: Alianza, 1993.


[7] Jean Delumeau. “Une enquête historiographique sur la peur: vers quoi ? Pour-quoi ? Comment ?”, en L’Histoire et ses Méthodes. Lille: Presses Universitaires de Lille, 1981.; La péché et la peur. La culpabilisation en Occident, XIII-XVIII. Paris: Fayard, 1983.; Rassurer et protéger. París: Fayard, 1989.; “La religión y el sentimiento de seguridad en las sociedades de antaño”, en Historiografía francesa. México: varios edit., 1996.; L’aveu et le pardon. Les difficultés de la confession XIIIe-XVIIIe siècle. París: Fayard, 1992.; “Mentalidades religiosas en el occidente moderno”, en Lienzo 18. Lima: Universidad de Lima, 1997.


[8] Véase en el mismo volumen el artículo de Fernando Rosas. “El miedo en la historia: lineamientos generales para su estudio”.


[9] El mismo Jean Delumeau se define como un historiador de las mentalidades religiosas y su interés por el estudio del miedo se entiende desde esta perspectiva. Jean Delumeau. “Mentalidades religiosas en el occidente moderno”, en Lienzo 18. Lima: Universidad de Lima, 1997.

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